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13 Todo el mundo sin excepción vino corriendo, pues apenas podían creer que Judit hubiera regresado. Abrieron la puerta, las hicieron pasar y, encendiendo fuego para poder ver, se amontonaron alrededor de ellas. 14 Judit, entonces, les dijo en voz alta:

—¡Alaben a Dios, alábenlo! ¡Alaben a Dios, que no ha negado su misericordia al pueblo de Israel, sino que por mi mano esta noche ha aplastado a sus enemigos!

15 Y sacando del costal la cabeza, se la mostró y les dijo:

—¡Miren la cabeza de Holofernes, el comandante en jefe del ejército asirio! ¡Y aquí está el pabellón debajo del cual se acostaba en sus borracheras! ¡El Señor le dio un golpe mortal por mano de una mujer!

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